jueves, 8 de enero de 2009

La mágica noche de Reyes.


Los Reyes Magos en su generosidad, me hicieron un regalo fascinante. Jamás olvidaré esta noche de Reyes. El pasado lunes, tras una romántica cena, llego el momento. Siempre me pongo muy nerviosa, casi excitada, cuando me entregan un perfecto paquetito, que espera ansioso que libere su contenido. La situación, resulta altamente inquietante y profundamente emocionante, ante la creciente incertidumbre: ¿Qué será?. Lo sorprendente es que en esta ocasión, y al contemplarlo, seguía preguntándome: ¿Qué es?.

“Shunga erotic art. Secret Garden. Female Orgasm enhancing cream” . Acerté a leer en voz alta con mi paupérrimo inglés. “¿Esto es lo que parece?” . Fue todo lo que pude preguntar, para encontrar como respuesta un simple: “Quizás. Solo es cuestión de probarlo para salir de dudas. ¿Lo haces tu o prefieres que te lo ponga yo? . La sonrisa maliciosa delataba que sus preferencias eran meramente mironas, para de este modo no perderse un ápice de mis posiblemente sensuales y voluptuosas reacciones.

Aproveché el caldeado ambiente, que nos habían proporcionado, tanto la iluminación romántica de la cena, como la conversación apasionada de la misma, como su propio contenido afrodisíaco: langosta, abundantes ostras y suficiente cava. Y por supuesto la sugerente balada que sonaba a través de la Ipod. Con decisión inicié un baile sinuoso, lento, excitante; al mismo tiempo que me iba despojando de toda mi ropa sin dejar de moverme, y acariciándome por todo el cuerpo insinuantemente. Al sentarme cómodamente frente a mi pareja, abrí las piernas totalmente, alcance el frasco de “Secret Garden”, y con movimientos lentos, pero firmes, y cargados de erotismo apliqué una generosa ración del producto sobre mi depilada sexualidad. Los dedos, iniciaron su juego por caminos, tantas veces explorados y no por ello menos placenteros. Para entonces estaba totalmente excitada y húmeda, no sabía muy bien si erá por el efecto de la novedosa crema, o por la situación que se había generado, lo que si sabía es que me estaba muriendo de gusto.

El momento culminante llegó cuando las caricias se centraron en mi erecto, y anhelante clítoris, estaba henchido, insultantemente receptivo a cada roce, a cada movimiento, a cada fricción, leve o intensa, no importaba, el placer se apoderó de mí, y sin dejar de bailar sobre el sillón exploté una y otra vez en un orgasmo repetitivo, intenso, febril, y dichoso, que me hizo sentir como nunca.

Alcé la vista, y le vi totalmente excitado, desencajado, atónito y deseoso de participar. Le hice un gesto con mi dedo anular para que se uniese a mi fiesta particular y así fue.

Como sorpresa, y a no olvidar, el “Shunga erotic art. Secret Garden. Female Orgasm enhancing cream” (¡vaya nombrecito!), también funcionó en su pene.

Fue un magnifico regalo de Reyes, el mejor que alcanzo a recordar, incluida la bicicleta de mi ya lejana niñez, y el anillo de diamantes de hace unos años.